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La pluralidad y diversidad de manifestaciones socioculturales surgidas y consolidadas a lo largo de los siglos han dado forma a costumbres, mitos y tradiciones que mantienen toda su vigencia en el Vila-real del siglo XXI. Estas son algunas de las más destacadas:
La leyenda del pastoret
La escultura de El pastoret, obra del escultor José Ortells, preside en la actualidad uno de los parajes más apreciados por los vila-realenses, el Termet de la Virgen de Gracia, y representa la leyenda de los orígenes del ermitorio. Según cuenta la tradición, un pastor de ovejas que pastoreaba su rebaño por la zona encontró en una cueva la imagen de Nuestra Señora de Gracia, que, trasladada al municipio para su adoración, volvió a aparecerse en la misma cueva donde fue hallada.
La Feria de Santa Catalina y la mocadorà
El último domingo de noviembre, al entorno del día 25, día de Santa Catalina, se celebra en Vila-real la tradicional Feria de Santa Catalina, un mercado de carácter prenavideño que ha ido creciendo hasta convertirse en la actualidad en uno de los de mayor extensión y proyección de la provincia.
La popular Feria de Santa Catalina hunde sus raíces en el siglo XIII, en la feria comercial otorgada como privilegio por el rey Jaime I en la Carta Puebla. La primera celebración documentada de este mercado de origen medieval bajo la advocación de santa Catalina aparece en los Manuals de Consells de 1603, aunque no fue hasta finales del siglo XIX cuando la ciudad recupera la feria, desaparecida en la primera mitad del siglo, otorgándole el carácter popular y de mercadillo previo a la Navidad que sigue manteniendo hoy.
La feria consiste en la actualidad en un mercadillo con más de 250 puestos de venta de productos de artesanía, alimentación y vinculados a la preparación de la Navidad, como juguetes, belenes y turrones, que se extiende desde la plaza Mayor hasta el barrio del Hospital. A partir de la segunda mitad del siglo XX, comenzaron a introducirse modas y costumbres de desigual arraigo entre la población como la llamada mocadorà, tradición según la cual los hombres deben regalar a las mujeres en el día de la feria un pañuelo lleno de dulces, o la adquisición de silbatos, motivo por el cual la feria llegó a popularizarse como la Fira del Pito. También ha recibido el nombre de Fira de la Llonganissa, supuestamente debido a su celebración en época de matanza.
El lunes de xulla
Cada lunes de fiesta, en Vila-real es noche de xulla. Las peñas, amigos y familias de la ciudad sacan a la calle sus mesas, preparan hogueras y cocinan en las brasas las típicas parrillas de carne, preferentemente chuletas de cordero, que dan nombre a esta popular noche tanto de las fiestas patronales como de las diferentes fiestas de barrios de Vila-real. En su versión más tradicional, la xulla vila-realense se cocina al horno de leña en cazuela de barro, si bien la preparación de las parrillas y las hogueras se ha impuesto en las últimas décadas, iluminando cada lunes de fiesta las calles de la ciudad.
La Cabalgata de Reyes y el tirorí
La tradición de la Cabalgata de Reyes que cada 5 de enero, víspera de Reyes, organiza en Vila-real la asociación Juventud Antoniana se remonta al año 1928, convirtiéndola en una de las cabalgatas más antiguas de la Comunidad Valenciana. Las carrozas de los Reyes Magos, con sus pajes y comitiva, desfila por las calles del centro de la ciudad hasta llegar a la plaza Mayor y el balcón del Ayuntamiento, donde les esperan los niños y niñas de la ciudad, que van cantando a su paso el singular Tirorí tirorí, una popular canción de bienvenida a los Reyes que los niños de Vila-real deben cantar sin falta para que Melchor, Gaspar o Baltasar les traigan sus regalos.
Otra de las singularidades de la Cabalgata de Reyes de Vila-real es que está organizada por una asociación con fines sociales, que se encarga también de recoger las cartas con los deseos de los niños para remitirlas a los Reyes Magos y de organizar el reparto de los regalos por las casas de la ciudad la noche del 5 y el día 6 de enero.
Cordonets de San Pascual
Los cordonets de San Pascual son pequeños cordones de hilo o lana de diversos colores que confeccionan las monjas clarisas del convento de San Pascual y representan el cordón del hábito franciscano que viste la orden a la que pertenecía el patrón de la ciudad. Aunque el origen del cordón, que se sitúa habitualmente en la primera mitad del siglo XX, es evidentemente religioso, los pequeños cordones que distribuyen las propias monjas desde el torno del convento y se colocan habitualmente en muñecas o tobillos al modo de pulseras, se han popularizado más allá del ámbito espiritual y fuera incluso de las fronteras locales.
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